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viernes, 3 de octubre de 2025

Soneto: Dejé atras al cobarde


Dejé atrás al cobarde, vida mía,
.
Dejé atrás al cobarde, vida mía,
con mi osadía, clásica y barroca,
llegué hasta los gemelos de tu boca
cuando más el instante lo quería.
.
Cuando más el instante lo quería
gocé de rica miel, y no fue poca,
con el sabor que a bien ella sofoca
dejé atrás al cobarde, vida mía.
.
Donde parten los besos cualquier roca,
Allí, donde hasta el cielo incluso toca
el ciego suspirar de mi porfía;
.
allí, donde el placer, placer provoca,
con mi osadía clásica y barroca,
deje atrás al cobarde, vida mía.
.
Fotografía y poema: Ramón Bonachí.
Soneto con la Estructura de Carilda Oliver Labra


 

Soneto: A tu lado


A tu lado
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A ti, mi soledad, refugio pido,
pues mucha es la congoja que me ataca;
el desaliento es una gran estaca
clavándose en mi pecho dolorido
.
Y así sigo a tu lado, mal querido
por un silencio extraño que machaca
y que me mete en esa zona opaca
donde solo se ve lo que he perdido.
.
Mas yo que intento hallar horas despiertas
y ausentes de un ayer que me supura,
parece que estén sórdidas o muertas.
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El que goza de dicha y de ventura
con la respiración lejos de alertas
tu nombre “soledad” ni lo murmura.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.

Soneto Alejandrino: El mar y ella








El mar y ella (Soneto Alejandrino)
.
En sus verdosos ojos hay un mar al que quiero
y en ese mar presente hay un ayer que quise;
como el mar, lo que siento, no hay viento que lo alise,
como el mar, ni la espuma que brota, la modero.
.
Un aluvión de anhelos le llegan a manojos,
pues soy como una ola que lucha y persevera;
quiero llegar a ella del modo que ella quiera
y fundirse en el iris de sus verdosos ojos.
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En lo alto de la cresta de este querer constante,
cualquier hora del día muere por alcanzarla;
no hay nada más hermoso ni nada semejante.
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En este mar abierto deseo hoy encontrarla,
para vivir con ella cualquier pequeño instante
que llegue hasta mis labios cuando vuelva besarla.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.

Sonetillo: De tu candor me alimento


De tu candor me alimento (SONETILLO)

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El candor de tu mirada
tiene un místico cortejo,
es el plácido reflejo
de una noche constelada.
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Es la mirada esperada
de ese niño tan complejo
que contigo llegó a viejo
sin apenas vivir nada.
.
Este candor estimado…
¡Oh!, triste de mí, lo siento,
nunca te lo he confesado
.
Mas ahora es el momento;
de cada instante a tu lado
¡vive Dios!, que me alimento.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.

Soneto alejandrino: Oidos sordos


Oídos sordos
.
Él dejó su mensaje de paz y de esperanza
con el claro deseo que la bondad exige;
mas el mal que responde por aquel que lo elige
se acomoda en las fauces de la vil desconfianza.
.
Con los oídos sordos , lo negativo avanza,
y no hay lugar seguro si nadie lo corrige ;
solo asoman tormentas de aquel que las dirige
en inclina todo el peso de una ciega balanza.
.
En este mundo escaso de buenas sensaciones,
el mal cabalga libre como potro alocado
mientras el bien se arrastra con el corazón yerto.
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Con las palabras llenas de buenas intenciones
y con la tinta roja de un odio ensangrentado,
Él dejó su mensaje pero con poco acierto.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.
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Soneto Alejandrino: Mi estrella


Mi estrella
.
Tan lejos y tan cerca anda mi estrella
en este firmamento que acompaña;
mientras, mi vida va con saña o maña,
lacrando cada paso que descuella.
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La leve transparencia de la huella
que quedará tras su locuaz campaña,
será la que tal vez logre la hazaña
de no dejar en pie ni una querella.
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El adiós que ha de haber llegado el día
en que mi voz por lógica se apague,
desde este firmamento que me guía
.
quizá mi buena estrella no divague
y decida brillar con osadía
hasta que el infinito se la trague.
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Fotograafía y poema: Ramón Bonachí.
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Sextetos italianos: Eclipse


Eclipse (Sextetos italianos)
.
Selene dejó abiertas las puertas de la ciencia
durante el tiempo exacto de una pactada noche,
con su locuaz misterio, vagando alrededor.
Mirando como siempre su mágica presencia
vi como se eclipsaba su blanquecino broche,
perdiendo por un tiempo todo su resplandor.

Mis ojos encontraron un halo de ternura
cuando una luz amiga se deshizo del velo
que impedía a Selene lucir con claridad.
En la quietud solemne de su blanca figura
el eclipse dejaba a ser parte en un cielo
tan infinito como su misteriosa edad.
.
Una vez más ,Selene, en su concha de plata,
asomaba despacio con la piel de alabastro
y entraba en los dominios de un nuevo anochecer.
Allí midiendo el paso con su cara de nata
y su sedoso vuelo, sin dejar huella o rastro,
lucía sus encantos antes de descender.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.
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