¡Oh!, dulce vida te vas.
.
Negros saltinbanquis, surgen
de una tumba que parece
que es la mía.
Sus piruetas me confunden
y siento que se entumece
mi alegría .
.
Una niebla tenebrosa,
deja a la par los pulmones
encubiertos
de una humedad angustiosa,
y mudas conversaciones
de los muertos.
.
Y no veo nada más,
que en la tierra donde piso
polvo inerte.
¡Oh!, dulce vida te vas,
me dejas sin previo aviso
con la muerte.
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