Frío desarraigado.
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Aunque me das calor, mis manos siguen frías
y sangro por el odio de personas ajenas,
teniendo tanta luz ¿por qué te veo apenas?
si las horas parecen tan tuyas como mías?
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No me extraña que el frío impida que sonrías,
pues te bañas de sangre, dolores y de penas,
sigue tu savia intacta corriendo por mis venas
pero estas manos siguen heladas y vacías.
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Te escribo aunque escribir, solo me reconforte
las paredes del alma, no hay nada más adentro
mientras siga en tu boca, la voluntad callada.
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Espero que el futuro, su bienestar aporte,
y grandes ilusiones se lancen a tu encuentro
para que todo el frío se quede pronto en nada.
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