LA ENCINA ( alegoría a la madre )
La tarde se resguarda de todo su calor
bajo la casta sombra que da la encina vieja,
ella vive sus años sin miedo y sin rencor
clavando sus raíces de forma muy compleja.
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Es su gracia un lugar realmente acogedor
para el mirlo que canta, dejándola perpleja,
éste crece en su mano mientras busca su amor
y más tarde en invierno por ley de ella se aleja.
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Es grande y entregada, graciosa y castellana,
es la reina de un prado donde todo germina,
tan solo el tiempo engulle su sabia soberana.
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Y un gran sol que preciso sobre sus pies se inclina
va dejando de forma tranquila y cotidiana
el calor en la piel de esta entregada encina.
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