Llegada la vejez
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Admirable la vida que he tenido
sin un solo segundo mal gastado,
sin un solo momento inmerecido.
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Todo lo que he querido, lo he amado,
abriendo el corazón de par en par
y sin dejar de ser recompensado.
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Los años no me suelen preocupar
ni al pronunciarlos duelen, por ahora,
todos tienen su sitio o su lugar.
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Llegado ya el invierno, el frío mora,
pero es de suponer que sin querellas
la suerte puede ser abrumadora.
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Mantengo en mi vejez las horas bellas,
como tienen los días vivos pasos,
como tienen las tardes sus ocasos,
como tiene la noche sus estrellas.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.
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