Turbados por lo incierto,
dudamos de la mano que se ofrece,
en pos de un cielo abierto
la vida sigue y crece,
junto a rosas y ortigas, tal parece.
Sospechas y preguntas
se repiten de nuevo en cada esquina,
con las manos bien juntas
el rezo nos domina,
con un interrogante que no opina.
Y aún así inventamos
valores para dominar el miedo,
incluso nos lanzamos
a indicar con el dedo
al posible profeta de este enredo.
.
En cada comunión
hay una frase nueva adulterada,
dicen que la ilusión
impuesta u obligada
al final, solo actúa de invitada.
Hay ortigas y rosas
según sea el camino que escojamos,
quedarán pocas cosas
luego cuando muramos,
quizá solo los huesos que enterramos.
¿Quién puede responder?
y que no sea un sabio distinguido,
está todo por ver,
pues todo el que se ha ido
no ha vuelto para hablar largo y tendido.
.
Todo son opiniones tras la muerte , mas nadie tiene una respuesta exacta, solo el deseo de un algo más nos da algo de esperanza.
.
Fotografía y poema Ramón Bonachí.
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