Con su blanca palidez (para Lourdes)
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Su negra y ondulada cabellera
a ser oro del más preciado alcanza,
la rosa color sangre da color
y deja en las las mejillas su alborada.
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Los ojos, con un iris que apasiona
hipnóticos parecen ser dos duendes
que viven encerrados en cristales
por ser tan atrevidos e influyentes .
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Sus labios “simplemente”, apasionados,
con ritmo de plegaria y de deseo,
en ellos la sonrisa nace y fluye
radiante, de la nada y con un beso .
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Hermano lo apacible y generoso
el agrado, lo bello y la dulzura;
y hermano del corriente día a día
la blanca palidez de su figura.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachi
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