Oh tú, que peregrinas distraído
por un negro e inhóspito tugurio,
no hallarás más augurio
que el tiempo que mi vida te confiere.
Ladrón de mis historias
y juez de lo que siento,
tú sabes que mi espíritu prefiere
pasar de tus de locuras transitorias.
Siempre te asomas cuando estoy dormido
y atacas sin ningún remordimiento
la paz de mi interior.
No tengo sobre ti poder que pueda
llevarte hasta las puertas del fracaso.
Agrandas mi amargura paso a paso
dejando viles huellas de tu estancia.
De pronto te retiras
y guardas otro ataque en la distancia
cargando tu fusil con mas mentiras
para martirizar mucho mejor
el tiempo y el espacio que me queda.
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