Hijos
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En brazos de una tal inexperiencia
y loco por ser padre y luego abuelo,
metí todo mi mundo en un pañuelo
y dejé tras la puerta la inconsciencia.
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Pasados muchos años de prudencia,
creo tener ganado al fin el cielo,
después de tantos días de recelo
y tantas noches llenas de impaciencia.
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Le di toda la ayuda requerida
a una flor que ofrecía lo más puro;
hoy se alza perfumada ante mis ojos.
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Mas sigo como padre por la vida,
pidiéndole al jardín de lo inseguro
que aleje de su lado los matojos.
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Fotografía y poema : Ramon Bonachi.
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