En la calle de la amargura hay un pequeño buscando en la miseria su comida, pero la calle no responde a su mirada ni al triste transitar de su figura; una figura con pantalones rotos y zapatos tan hambrientos como él.
Por la calle de la amargura vaga solo, con las penas grabadas en los ojos y una historia que a poco de empezar dejó escrito su nombre y le olvido .El silencio se rompe brevemente por alguna ventana que se cierra y por un comentario que se esconde detrás de alguna puerta mal cerrada.
Penosa desventura la que existe en una callejuela singular, en una calle donde nadie mira a nadie solo se anda sin dejar huella por una acera muda y gris.
En la calle del olvido, hay un anciano perdiendo sus recuerdos poco a poco, hace tiempo que busca alguna sombra de la vida que tuvo en el pasado.
Con un billete ajado en el bolsillo (que apenas si le queda
recorrido), y el cuerpo por los años reclinado, parece no querer mirar al sol.
En la calle del olvido vaga el viejo, tiene las manos frías y arrugas en la frente , y, en cada una de sus arrugas, lágrimas de dolor resecas.
En la calle de la amargura sigue el niño buscando comida ; en la calle del olvido sigue el viejo buscando su sombra , si pasas por allí puede que encuentres la injusticia viviendo entre los dos.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachi.
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