Soneto Alejandrino: La sombra de mi mismo

La sombra de mi mismo
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Así vive y perece la sombra de mi mismo,
con el tiempo dejando virutas de los hechos,
sobre un camino lleno de bellos o maltrechos
momentos que parecen ser solo un espejismo.
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Ella mide sus pasos ajena al eufemismo
en medio de pasillos escépticos y estrechos;
esconde los secretos en desiguales lechos
cuidando de sus logros con pena u optimismo.
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¡Oh Dios!, esa es la sombra que yo mismo forjé;
sin reprocharse nada avanza decidida
por esa corta línea que apenas si se ve.
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Desde el alba primera, por ambos compartida,
ella es juez y testigo de todo lo que se
desde el preciso instante que yo le diera vida.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.