Vejez (soneto dodecasílabo)
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La cara, un poema de arrugas al frente
y el alma un desierto de besos de arena;
los ojos, las llamas que avivan la pena
y llenan de dudas la vida corriente.
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Las manos, temblores que dañan la mente
y atacan unidos, incluso en cadena;
los labios, rezando después de la cena
y hablando del tiempo pasado y presente.
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La venas, un mar de sangre rojiza
con olas distintas, de peso y tamaño
en pos de unos sueños que siguen en liza.
La voz, una historia, quizá quebradiza,
colgando en el punto final de algún año
que viste el futuro de barro y ceniza.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.
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