El gallo de París
Despierta por la mañana
y almuerza a las ocho en punto,
presume de su ciudad,
y ser dueño de su mundo.
Viste con las mismas plumas
de gallo que un día obtuvo,
habla siempre de ParÍs
como suyo, algo muy suyo.
Asienta un golpe y de golpe
hasta saca pecho, incluso
si alguien dice que su río
lleno está de trapos sucios.
Heredero de una iglesia
y de algún secreto oculto
a los ojos de la gente,
el gallo se pega el gusto
de gritar fuerte y al aire
que París...no hay más que uno.
.
Fotografía y poema: Ramón Bonachí.
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